miércoles, 27 de marzo de 2013

Miedo.


Llevo mucho tiempo queriendo escribir sobre otro tema, la libertad quizá era mi primera opción. Sin embargo, justo ahora, cuando iba a escribir el título -tengo la manía de escribir lo primero el título aunque luego cometa una tremenda digresión en toda la entrada- mis dedos decidieron cambiar el rumbo de mi reflexión. Que no quiero. Y, ya que es una actividad opcional y no la he tenido que comunicar a nadie, he optado por escribir sobre el miedo.


Y sí, voy a abrir un poco mi alma después de mucho tiempo en prisión. Hoy saldrá a la luz uno de mis grandes defectos, que siempre me acompañó: el miedo. Miedo a todo. Algunas veces lo he comentado con mis amigos y me han dicho que lo que a veces siento no es miedo, sino que simplemente soy cobarde o hipersensible. En cualquier caso, para tener una idea más general, yo abarcaré todo eso en el cajón del miedo.
Para empezar, y como ya he hecho en otras ocasiones, voy a comenzar partiendo de una definición de la RAE más o menos "objetiva".

Miedo.

(Del lat. metus).

1. m. Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.

2. m. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.

~ cerval.

1. m. El grande o excesivo.

~ insuperable.

1. m. Der. miedo que, anulando las facultades de decisión y raciocinio, impulsa a una persona a cometer un hecho delictivo. Es circunstancia eximente.

a ~, o a ~s.

1. locs. advs. ants. Por miedo, de miedo, o con miedo.

ciscarse de ~.

1. loc. verb. coloq. Tener muchísimo miedo.

de ~.

1. loc. adj. coloq. U. para ponderar algo. Hace un frío de miedo. Fulanita está de miedo. U. t. c. loc. adv. Canta de miedo. Presume de miedo.

mucho ~ y poca vergüenza.

1. expr. U. para reprender a quien teme mucho el castigo y comete sin recelo el delito que lo merece.



¿Saben qué es para mí el miedo? Para mí, es un sentimiento, tal vez una sensación, una emoción... Desde luego es algo que emerge desde dentro. Es algo que de repente nos inmoviliza, nos petrifica, nos paraliza por unos segundos, unos segundos en los que olvidamos pensar, incluso respirar. Un sentimiento que es malo, pero necesario. En cualquier caso, es muy humano, muy frecuente, me atrevería a decir que todo el mundo tiene miedo -excepto los bebés-. 
¿Y cuándo tenemos miedo? Tenemos miedo cuando hay algún cambio. Sí, señor, no me mires así. Si hay cualquier tipo de crisis en tu vida, entendiendo crisis como cambio, te da miedo. Un ejemplo sencillo, que de hecho da nombre a una clase de películas: cuando hay una situación agradable, cotidiana, normal, y de repente sale cualquier tipo de bicho, de monstruo, algo a lo que no estamos acostumbrados. Eso nos produce miedo. Porque desconocemos de qué se trata. O simplemente no lo esperábamos, no era "normal" que apareciese lo que sea por detrás, con un cuchillo tal vez. Y entonces sentimos miedo, porque sabemos que el protagonista en cuestión, que parece no haberse percatado de esa presencia, va a sentir el mismo miedo que tú has sentido al verlo. 



O aún peor, por otro lado, nos da miedo ver cosas cotidianas, tan reales, pero con algo sobrenatural. La mayoría de las veces, sentimos más miedo al ver una niña de pelo oscuro y piel blanca, despeinada, con una muñeca en la mano, una bata y los pies descalzos, que ver un monstruo horroroso y de dientes largos. Al hablar de esto, me estoy acordando de una prueba que hicieron en el programa "El hormiguero", que provoca en el telespectador una reacción cómica. Eso es, algo tan contradictorio, pero sin embargo tan unido como son el humor y el miedo. ¿Cuántas veces hemos contado un sueño que nos hizo pasar un mal rato riéndonos al ver la tontería que era? Sin más dilación, aquí os dejo el vídeo para que se rían un poco:



En ese momento, nos vienen otro tipo de miedos, sobre todo el que siempre ha atemorizado más al ser humano: el miedo a la muerte. 
Hasta los vellos se me ponen de punta de  pensar en ello. La muerte. Parece incluso una palabra tabú. El miedo a la muerte ha preocupado al hombre desde los cavernícolas. La esperanza en el más allá, que se presenta como una alternativa a la finitud, ya la representaban con menhires y dólmenes, después los egipcios con sus maravillosas pirámides... así hasta los actuales cementerios, pasando por las suntuosas tumbas que encargaban los Papas o los nobles durante el Renacimiento y el Barroco. El miedo a menudo nos acorrala, y nosotros, ¿cómo respondemos? A menudo lloramos, como si con las lágrimas se solucionase. 





El miedo es algo contra lo que tenemos que luchar. Muchas veces nos dan miedo los problemas, los vemos por todos lados, en ocasiones no encontramos solución por más que las buscamos, nos agobiamos, nos desesperamos, tenemos miedo... y entonces, lloramos. Porque esa desesperación necesita encontrar una respuesta, y el miedo es la más inmediata.
Como conclusión, queridos lectores, os recomiendo algo absurdo, pero útil: intenten controlar el miedo, ríanse de él, no sirve de nada; acostúmbrense a los cambios, no muerden, vivan de la forma más valiente posible, y no corran hacia atrás en vuestro camino, mejor anden tranquilamente pero sin pausa, con un rumbo fijo y sin un temblor ni desequilibrio. 
La vida es más sencilla de lo que a veces pensamos.
No sientan miedo, no vale la pena.
Todo se supera.
¡Ánimo!


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